La Bolivia que yo sueño
Soñar es
fácil, pero a pesar de lo fácil que es, muchos de nosotros parece ser que hemos
dejado de soñar en una Bolivia mejor, y nos hemos quedado paralizados, o
esperando que el gobierno u otras organismos arreglen el país por nosotros, sin
darnos cuenta que es el aporte de cada uno de los bolivianos y bolivianas que
va a ir transformando este país.
En la
Bolivia que yo sueño, todos ponemos el esfuerzo por primero cambiarnos a
nosotros mismos para después poder influir en los demás, no con palabras sino
con nuestras propias obras.
No
esperamos a que alguien más nos “salve”, sea este el gobierno o el caudillo de
turno, sino que buscamos nuestras propias posibilidades, pero eso sí, velando
primero por el bien común antes del bien personal.
En esta
Bolivia de mis sueños, en vez de estar mirando a modelos de fuera solamente, o
del otro extremo, criticando todo lo de fuera, nos mantenemos con una actitud
de apertura incorporando lo extraño que nos puede ayudar y manteniendo aquellas
tradiciones que nos mantienen firmes en nuestra identidad.
En esta
Bolivia, el campo no es relegado a último lugar, sino que se proponen
iniciativas realmente eficaces, de manera que quien quiera quedarse en su lugar
de origen pueda hacerlo y no se vea obligado a migrar por falta de
oportunidades.
En esta
Bolivia, la educación se transforma en un verdadero motor de crecimiento, y los
maestros se dedican realmente a buscar lo mejor para sus estudiantes; pero la educación no se queda solamente en
las aulas, sino que se extiende fuera de ellas a todos los ámbitos de la
sociedad.
Pero lo más
importante es que en esta Bolivia que yo sueño, aprendemos a vernos de igual a
igual entre todos, sin discriminación, sin resentimientos y sin odio, porque
habremos aprendido a valorar la diversidad de cada uno. Sólo así podremos ser
un país que busca el bienestar común, porque sabe que estamos todos en un mismo
bote, y si buscamos el bien de todos, cada uno también saldrá beneficiado.